Durante este
tiempo, la gran mayoría de las Instituciones y en particular la Justicia, han
permanecido silentes, agazapadas en el rincón de la vergüenza, acudiendo a los
más diversos pretextos para no acudir en defensa de las víctimas. Ahora,
después de haber perseguido y privado de su jurisdicción al juez que trató de
investigar esos hechos y que se atrevió a calificar los crímenes como de lesa
humanidad, lo único que les queda es el calvario que tendrán que sufrir para
conseguir hacer mínimamente efectivo el derecho a la reparación que en forma
universal e indiscutible, les corresponde en el escaso margen que el Tribunal
Supremo les ha dejado: la búsqueda de los seres queridos a través de las
exhumación de sus cuerpos.
Por la
dignidad de las víctimas, contra la impunidad y contra la indiferencia de
quienes quieren ser sordos y ciegos ante la necesidad de la reparación, sigo
pidiendo justicia y espero que algún día así se imparta, aunque el tiempo se
agota y el olvido anida en las mentes de quienes no quieren saber nada de la
memoria; pero nosotros, que creemos en una justicia diferente, más solidaria, más
transparente, más eficaz y más justa , no podemos permitir que se pase una página
que ni siquiera ha terminado de ser leída. Por mi parte, sin renunciar a la justicia, he propuesto la creación de una Comisión
de la Verdad de los crímenes franquistas en España.
Simultáneamente,
la acción presentada en Argentina y la investigación allí iniciada, se han convertido
en el faro de esperanza, como, en su día, lo fue para ese país, el juicio
seguido en España por los crímenes
horrendos de la dictadura de las Juntas Militares. Entonces, la Justicia
española fue ejemplo de compromiso y responsabilidad al aplicar los
principios de la jurisdicción universal,
pero ahora, ese lugar de excelencia, imitado en otros países, se ha convertido
en una oprobiosa negación, de hecho, de la jurisdicción universal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario